Andrés Blanco y Pepa Torvisco en plena representación de La zapatería de Besugos.
Manuel Carmona Rodríguez
No han pasado ni veinticuatro horas que la compañía Bálsamo Teatro ha interpretado por segundo día consecutivo La zapatería de besugos en la Sala Cero (Sevilla), y me cito con el dramaturgo, director y actor Andrés Blanco en el Bar Blanco Cerrillo, uno de esos bares restaurantes sevillanos que enamoran a vecinos y foráneos por su buen hacer y trato. Llega el artista con la alegría del éxito de la noche anterior y el cansancio acumulado, y consciente de que el viernes hay que estar a tope para hacer disfrutar al público de Gerena. Él y sus compañeros Pepa Torvisco y Lolo Conde están haciendo disfrutar al público.
Nos sentamos en una mesa de Blanco Cerrillo y hablamos de La zapatería de besugos, de lo que fue, una sugerente y divertida micro pieza; a lo que es: una excelente obra dramaturgia completada desde que hace tres años Andrés se arrancara a escribirla y luego a ponerla en escena con la actriz Pepa Torvisco y el excelente técnico Lolo Conde. Nos habla Andrés de sus compañeros, de la madurez de Pepa. Del trabajo bárbaro de Lolo Conde y los compañeros eléctricos del teatro y cine. Nos hace la confidencia de lo a gusto que se siente en la escena con Pepa Torvisco -la besuga de la dupla- y del homenaje que hace unos años él hizo a Lolo Conde y a los eléctricos cuando hizo saludar a aquel en el malagueño Teatro Cánovas tras un éxito teatral con otra obra y compañía, y quedarse con el público a departir. Hizo subir a Lolo Conde al escenario y que él recibiera también la ovación porque Andrés Blanco es de esas personas que piensa en grupo, en equipo…
Andrés, han pasado casi dos años y medio que os vi representar La zapatería de besugos en la terraza del Hotel Santa Lucía. Habéis estado los días 14 y 15 de octubre representándola en el Teatro Sala Cero. Varias preguntas al respecto, la primera ¿cómo ha ido este tiempo transcurrido en lo que es las sucesivas representaciones de esta obra?
Yo estaba un poco preocupado porque estábamos acostumbrados a representarla en pueblos y fuera con 15 ó 20 espectadores, pero ayer salí contento. Entendiendo que es una comedia del absurdo diferente a la que he hecho con otros compañeros, pero realmente en esta obra hablamos de un drama que pasa en la sociedad. La nueva obra en formato 60 minutos es reciente, del 23 se septiembre, y hasta hoy son 7 funciones -sumando la de ayer viernes 16 en Gerena-. La sensación es buena en el sentido en que el público queda con un agradable sabor de boca. Cuando la gente va a una comedia espera desahogarse con el golpe de carcajada, en cambio esta obra busca lograr la sonrisa en la cara. Ayer con casi 70 personas, fue un buen pulso para coger la visión constructiva -compañeros de profesión y público fiable-.
Coméntale al público el trabajo que lleva montar una misma obra en lo que es un escenario poco frecuente como es la azotea de un hotel con unas vistas maravillosas de la ciudad. Y lo que supone montarla en un teatro de sala.
Lo que hice es a partir del texto de 15 minutos crear una extensión de 60 minutos, que realmente son 4 viñetas o actos, de triplicada extensión. Cada acto lo he estirado, he contado más allá de lo ya contado. En el contexto de la obra he dado nuevas pinceladas: hablar sobre la muerte, de la realidad de los whatsapp, del amor -que no existía en la pieza de 15 minutos-, la relación entre los dos personajes cuando él se enamora de ella que antes no ocurría y ahora además la relación humana entre ellos se hace más tensa. El montaje de la obra nos ha supuesto casi partir de cero, teniendo como base la coreografía de la pieza de 15 minutos. Y los espacios en esta obra o en cualquiera por las circunstancias económicas y coreografías obligan a hacerlo así. En un espacio diferente como la Sala Cero u otros teatros tienes más recursos técnicos -luz, colores, contrastes, el uso de los verdes y rojos tiene su porqué-. Puedes ir desde la zapatería a la jungla gracias a la sala y a la labor de la parte técnica. Jugamos con la luz verde para la simbología del Corte Inglés. En la pequeña había 1 biombo y ahora hay 3 biombos. En el aire libre queda muy abierta la puesta en escena. Por ejemplo, para que el público se haga una idea, en el Gato en bicicleta donde hicimos la primera representación, por las condiciones de la sala parecías que estabas dentro de la zapatería, el público se sintió como en una zapatería al estar al mismo nivel que los actores.
A lo largo de la obra, cuando el periodista vuelve a veros y escucharos, los homenajes a maestros como Cantinflas, Aldous Huxley, Valle Inclán, La lista de Schindler se perciben con total nitidez. Dos cuestiones, la primera, qué os aportan maestros como ellos a la hora de montar una obra como esta.
Son autores que a mí me han llegado siempre y son citas que conozco como la de Cantinflas o Huxley que me parecían apropiadas para esta obra. La de Cantinflas la primera obligación del ser humano es ser feliz y luego hacer feliz a los demás. O El mundo feliz de Huxley lo leí cuando éramos jóvenes y esa temática cuenta un mundo absurdo que refleja el mundo que estamos viviendo hoy. Las cosas no han cambiando tanto desde entonces. Enriquecen cualquier texto cuando haces referencias a estos autores memorables.
La segunda, que aportan personas y obras como las citadas a la vida.
Cualquier obra se hace con la intención de que repercutan en el público. No es contar por contar. No se trata de educar a nadie, pero sí tenemos la inquietud de mejorar algo o de aportar algo, y hacer reflexionar. Si nos metemos en otro berenjenal es para intentar hacer reflexionar a la gente. No sé si lo conseguimos porque a principios del s. XX, XIX, XVIII el objetivo parecía el mismo, pero la base egoísta y pesimista que entonces se denunciaba parece ser intrínseca en el ser humano.
La clave de nuestra obra es la honestidad o la falta de honestidad. Y se menciona en el texto, y me he atrevido a hacer algo que es criticar en todas las direcciones, para arriba y para abajo. O llamemos desde abajo hacía mi mismo, hacia mi misma compañera, a los sindicatos, a las pymes, … Porque este desastre no es culpa de uno. Es de todos. La obra se escribe en el 2012 y aparentemente ha cambiado la cosa, cuando los mayas y Zapatero era el momento más fuerte de la crisis. Ahora cuando hablo de crisis o desastre me parece demasiado pesimista. Se había caído el circuito de los teatros, y surge esta pieza. Dentro de este código absurdo buscamos que sea divertida y no de carcajada.
Qué hacemos para afrontar esta relación de miedos que plasmáis en la obra La zapatería de besugos: a contratar a un empleado, a enamorarse, a la vida del autónomo, a manifestarse como ciudadano…
Precisamente eso: afrontarlo. Y dando lo que nos gustaría recibir: esa honestidad. Si somos honestos y la relación laboral (contratarla, y darle sus condiciones laborales); y en el tema del amor es un poco igual. Es una aventura que durará lo que tenga que durar: o es eterna o lo que tenga que serlo. Pero con sinceridad, claridad y honestidad.
Me comentabas rato antes de empezar la función tus preocupaciones por como iba a salir esta nueva representación. Tu te dedicas al mundo del teatro, del cine, por vocación. Tú sabes lo que es trabajar tú, tus hermanos o tus padres, detrás de una barra de un bar o en una cocina. Qué piensa y siente Andrés en esos ratos antes de empezar la función.
Si te contesto como Andrés a veces pienso por qué no estar en la barra de mi hermano. Pero yo llevo bien esos momentos previos, no soy una persona de ponerme muy nervioso, pero sí tengo la responsabilidad de que llegue al público. Y siempre es un riesgo, porque tú crees que has hecho una cosa, y luego te la da el respetable. Cuando haces 30 ó 40 funciones de una obra, que hoy es complicado, tú te sientes con confianza y relajado, y disfrutas y el público también. Pero sí hay momentos en que piensas ¿por qué me metí en esto?
Cuando pasas una racha de no entrar en el escenario, estás con esas ganas de estar tras las bambalinas. Y yo me alimento de la magia del teatro, el teatro está vivo y puede pasar algo -caerse un foco, el atrezzo…- y casi nunca pasa nada. Muchas veces pienso que el teatro vive y sale por sí solo. Es como un ente que está fuera de nosotros y hace que funcione todo.
Estamos conversando, haciendo la entrevista, en el Bar Blanco Cerrillo, vuestro bar, lugar en el que cualquier persona desde hace décadas se puede acercar a tomar algo y tertuliar. Tú escribiste hace tiempo un romance que recoge buena parte del alma de esta casa y familia, y que se puede leer en las mesas. Cómo ha ido evolucionando el Andrés que escribió aquellas palabras a hoy…
Aquello era como un romance inspirado en el estilo de Antonio Garmendia y la radio diaria, y mi hermano me pidió algo para la carta del bar, y escribí esto del bar y de la familia que fue muy emotiva para ellos.
A nivel de escritura escribí Vómitos y tropezones, pero desde eso y que lo llamé así porque fue absolutamente vomitado, no he escrito nada que no sea así, excepto el teatro. Porque no pienso cuando escribo, escribo lo que siento, lo que veo. La pureza con sus errores está ahí. No me considero lícito ni para corregirme ni a mi mismo. No escribo mucho últimamente.
Como persona intento llevar mi línea. Cuando somos más jóvenes éramos más inconformistas, ahora asumo que hay comportamientos humanos que parecen que no van a cambiar. Antes salía a la calle y ahora me manifiesto a través de las obras de teatro que escribo. Los años nos dan un poco de madurez, si es que la madurez es algo que nos hace pensar. Me considero maduro y niño a la vez, y me veía siendo niño más maduro que mis amigos de la niñez, y ahora me veo más infantil que mis coetáneos.
Yo siento ahora como que cuando era pequeño sucedían cosas que mis compañeros no se dan cuenta porque ellos vivían lo propio para nuestra edad de niños, y yo en cambio era consciente. Tengo escritos desde pequeñito que hacen ver lo que sucedía entonces en el mundo. Y hoy pienso que es un error de los adultos haber perdido la niñez. Y eso te va a permitir que salga la parte positiva infantil cuando eres adulto, y parece que cuando somos adultos rechazamos esa parte. Y yo creo que es buena, y eso no implica que no seamos adultos, y nos permita relajarnos cuando hay que disfrutar, hay que disfrutar hasta el final. Hay que contrarrestar toda la lucha con uno mismo y con la sociedad. Pero disfrutar tiene que ser una obligación.
Cartel de La zapatería de besugos.
Cuando terminasteis la función del jueves 15 en Sala Cero, y recogíais el caluroso aplauso del público, le lanzaste un beso a tu madre que estaba en el patio de butacas. ¿Cómo se siente en esos momentos el artista, cómo se siente la persona, qué revolotea por tu cabeza es esos instantes?
Se siente satisfecho, agradecido, y con tu madre siempre es especial que ella esté en el público, porque sabes que ella disfruta, donde hay una sala medio llena ella la ve llena, y ella estaba súper contenta. Y yo encima como actor siento eso, ese cariño y esa gratitud con el público. Y con tu madre se duplica porque ella está recibiendo el aplauso del público para ella. Ella está emocionada por su hijo, y siempre que está ahí porque poco más le podemos dar y creo que tendríamos que darle todo. Me gusta que ella disfrute de ese momento y lo comparto con ella. Con lo que ha luchado en la vida con casi 80 años, como en las maquinistas que te dan 3 plus a ella la alimentan.
Qué perspectivas se presentan para La zapatería de besugos en este próximo horizonte.
Tenemos varias funciones cerradas con Diputación, y el trabajo de seguir buscando en Granada, Sevilla, Cádiz, Córdoba. Se abren los circuitos de teléfonos, oficina, de seguir moviendo esta obra que intentamos llevar a todos los rincones para que el público siga reflexionando.
En el comienzo de la entrevista, charlábamos sobre el tiempo transcurrido desde el verano de 2013 y las representaciones en la azotea del Hotel Santa Lucía. En este tiempo, os he visto también con el espectáculo Impro ko en la Carpa, y con otra obra en el teatro de la calle José Gestoso. Varias cuestiones, qué análisis haces del ánimo de los españoles con los que tratas desde aquel estío de 2013 a este otoño de 2015.
Creo que la gente es fácilmente influenciable y aunque pienso que los bolsillos están prácticamente iguales desde mediados de 2012 hasta hoy, sin embargo, consumir cultura o cualquier cosa, cuando se le asusta tiene ese medio, y cuando se le deja de asustar y se le transmite otros mensajes, deja de tener ese miedo. La crisis, el cambio de gobierno, parecía el caos total, y ahora nos cuentan que parece que ha cambiado. Y la gente aunque tenga casi lo mismo en el bolsillo, tiene otra actitud. En el sector teatral u otros, nos tuvimos que reinventar.
Creo que Sevilla tiene una oferta cultural excelente que no tiene la respuesta que debería de tener. Desde hace 20 años desde enero hasta diciembre: teatro, cine, danza, circo… Y los artistas creamos piezas, ofrecemos, han surgido muchas salas pequeñitas, que yo considero que no es bueno porque es repartir el pastel en trabajos precarios, sobre todo para los que necesitamos el público directo. Hay otras iniciativas de gente que intenta educar al público. Pero las instituciones tienen que implicarse en que esta ciudad y cualquier otra tiene que ir más allá de las tradiciones, que por supuesto hay que apoyarlas porque lo merecen. Pero esta ciudad tiene que ser como Berlín, Madrid, Barcelona. La mayoría de músicos que van a Vitoria vienen al Teatro Central, y sé que hoy se llena esas actuaciones musicales en Sevilla. O Territorios, o Nocturama, el Fest, Danza en la calle… Y entender las instituciones que todo este tejido artístico es positivo para la ciudad. Va más allá de que le guste a cada público concreto y la ciudadanía también entenderlo. Y fomentarlo, que a quien le gusta el Teatro le guste la Semana Santa, o viceversa. Hace unos pocos años, Sevilla era la segunda a nivel estadístico que más generaba puestos de trabajo de teatro u otros oficios artísticos. La industria estaba viva y no se trata de que nos apoyen económicamente, sino que se facilite la formación a la ciudadanía para que asista a esos actos. Ir al teatro, al cine, a un concierto de música, al circo, a la danza… es culturizarse y disfrutar. Salir del teatro después de una hora agradable es una sensación necesaria.
Si echas la vista al tiempo transcurrido desde que empezaste en el mundo del cine y el teatro hasta ahora, qué avances y retrocesos has visto en este campo laboral y en cualquier otra ocupación.
Yo cine he tocado poco, algunas pequeñas actuaciones en algunas películas. Pero en el sector del cine me resulta importante que se haya reconocido la Escuela Andaluza, que haya afincados compañeros en Madrid o aquí, y eso es importante.
Y en el teatro, en 20 años yo he visto una producción cultural brutal con tanta oferta, compañías. La crisis está sirviendo para que los actores de Sevilla en lugar de meterlos en barras de bar, hayan creado más pequeños teatros, compañías, representaciones. Esa es la parte positiva con el problema del pastel más repartido. Pero la creatividad y la competencia te hacen afinar más en el producto. No dejamos de hacer algo que ofrecemos.
Ante las dificultades de la vida, los falsos amores … a dónde conducen. Las dudas sentimentales qué provocan… Y los amores auténticos qué logran…
Los falsos amores... yo no soy una persona propicia para hablar de ello porque no he sido estable en el amor. El amor hay que entenderlo como algo real, y no como algo lírico. Hay que querer de verdad a una o a dos o a tres personas. Pero el amor abstracto de formar una pareja o una familia, si surge mientras sea real y honesto, bienvenido. Pero si no surge no debe causar tanto problema. No soy la persona más apropiada para hablar del amor. He querido a muchas personas y me han querido muchas personas, pero no he tenido por ahora el éxito de establecer una pareja.
Sobre qué te gustaría hablar que no hayamos hablado.
Sobre los boquerones en adobo de Blanco Cerrillo, la mirada sonriente se le va sobre los boquerones que va de la mano de los compañeros camareros. Hablemos sobre la amistad que es otra manera de amar -de amigos y amigas, de alimentarnos de ellas, de darnos y recibirnos-. Darnos mutuamente. Eso nos hace crecer, aprender a elegir bien. Al elegir bien, seremos más felices, y construiremos una sociedad que nos guste más a todos. Pero tenemos que entender que hay cosas que tenemos dentro que hay que minimizarlas si no es posible eliminarlas.