Manuel Carmona
El nº 108 de la revista Celtiberia estuvo dedicado a conmemorar el Primer Centenario del nacimiento de Julián Marías. Esta publicación del CSIC en su sección del Centro de Estudios Sorianos la coordinaron Helio Carpintero y Emilio F. Ruiz. Si hoy en día la vida y obra de Julián Marías está demandando una reedición comentada ya en marcha, sobre todo por lo que ha aportado y puede aportar a las cuestiones que preocupan e ilusionan a la persona y a las diferentes generaciones que convivimos en nuestro tiempo, en este número especial hallamos motivos para la esperanza. ¿Por qué se preguntará cada lector?
En primer lugar, porque la selección de los autores que han colaborado en este número ayudará sin lugar a dudas a conformar un equipo capaz de ayudar a la compresión de Marías a través de los sucesivos prólogos a sus obras. Y de conferencias-coloquios y clases desde la universidad a los demás estratos de la educación tan necesitados de recibir la claridad y guía de Marías.
En segundo lugar, porque una vez más a través de los escritos de terceros se muestra que la filosofía de la razón vital e histórica es de pura occidental. Y en abierta tertulia con los planteamientos que se han hecho en otras culturas como la asiática, como se nos recuerda los escritos que Marías dedicó al mundo árabe, a Israel-Palestina o la India. En este número 108 participan amigos y discípulos de Marías y Ortega nacidos desde las tierras agrícolas y ganaderas de los Estados Unidos hasta la querida isla de Puerto Rico, pasando por Francia o España.
En tercer lugar, que las circunstancias que nos ocupan y preocupan a la mayoría de los hombres y mujeres que vivimos en este siglo XXI son comunes. Por tanto, hemos de abordarlas con seriedad, coherencia y veracidad porque será en beneficio de cada uno y de los demás. Valga de ejemplo la cuestión universitaria. Cuando uno lee el legado que Jaime Benítez y su equipo dejaron en la Universidad de Puerto Rico convirtiéndola en un referente de las Ciencias a nivel mundial gracias a su labor de guía y gestor solidario y generoso, se palpa que la mediocridad en que ha caído la institución universitaria en demasiados lugares de Occidente, no solo es un problema español sino cuando menos iberoamericano y posiblemente mundial. Dignas y brillantes excepciones hay, pero son eso precisamente, las excepciones que hay que tomar como referencias a las que sumar los ejemplos que tuvimos en el pasado reciente como la Facultad de Filosofía y Letras de la U. Central en la que estudió Marías.
En cuarto lugar, que la Filosofía de la Razón vital e histórica está abierta como ya nos advirtieron Ortega y Marías en los años cuarenta del pasado siglo. Hemos de seguir viviendo y conviviendo y, por tanto, hemos de seguir pensando qué caminos y decisiones tomar.
La edición de Celtiberia en Conmemoración al I Centenario de Julián Marías es exquisita como no podía ser menos tratándose de editores con profunda experiencia en el oficio. Desde la cubierta a la contracubierta jugando con el tono pastel del fondo para destacar cada elemento con los diversos negros y rojos. Si ya nos advirtió el maestro Ortega que la claridad es la cortesía del filósofo, en la firma de Julián Marías de la cubierta se trasluce la claridad de su condición, alma y mente, su transparencia, esa que tanto admiraba de su íntimo amigo Heliodoro Carpintero -el hombre al que se le podía confiar cualquier asunto humano-.